"La muerte de Dios fue un dispositivo ontológico, la falsa grandilocuencia propia del siglo XX que veía la muerte por todas partes: muerte del arte, muerte de la filosofía, muerte de la metafísica, muerte de la novela, muerte de la tonalidad, muerte de la política... [...]
La muerte de la filosofía autorizaba libros de filosofía; la muerte de la novela generaba novelas; la muerte del arte, obras de arte, etc. [...]
Porque Dios no está muerto ni agonizante, al contrario de lo que pensaban Nietzsche y Heine. Ni muerto ni agonizante, porque no es mortal. Las ficciones no mueren."
Michel Onfray, "Tratado de ateología."
Ficciones al poder.
ResponderEliminar"Tratado de ateología" debería ser un libro de lectura obligatoria. Como diría Onfray: ¡hagámonos ateos militantes!
ResponderEliminar(Por lo que se ha visto en los últimos días en España hay bastantes: ¡ole!)
Gussssta, y no lo conocía.
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