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miércoles, septiembre 27, 2006

Lo que está mal en el mundo.

Estoy leyendo "Lo que está mal en el mundo" de Chesterton. El tipo es bastante reaccionario para el discurso actual, sobre todo en sus opiniones sobre la mujer, pero en este párrafo creo que tiene más razón que un santo: "No niego que se ha hecho daño e incluso torturado a las mujeres, pero dudo que fueran nunca torturadas como lo son hoy en día por el absurdo intento moderno de convertirlas en emperatrices domésticas y funcionarias competitivas al mismo tiempo."

Es difícil echarle un vistazo a cualquier revista femenina que se os ocurra y no pensar que esto es así.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

"Dudo que fueran nunca torturadas como lo son hoy en día por el absurdo intento moderno de convertirlas (obsérvese el convertirLAS,lo de que somos sujeto pasivo y no activo parece que lo tiene claro el hombre)en emperatrices domésticas y funcionarias competitivas al mismo tiempo" Pues yo si lo dudo...una cosa es que lo de ahora no esté bien,y otra que la situación anterior fuese mejor,que no...nunca,jamás(sobre todo porque ahora cada mujer hace lo que le sale,eso sí,dentro de sus posibilidades,que son más que en cualquier otro momento).Además ese "intento moderno"no es tal,el intento moderno es que dejen de ser emperatrices domésticas para serlo sólo lo necesario y que tengan una profesión a secas (eso de "funcionarias competitivas" es una trampucia dialéctica algo capciosa).Las revistas femeninas dicen estupideces,como Chesterton (por lo menos ésta lo es),y a ambos se les ve el plumero."Bastante reaccionario": pues eso.
Pero sospecho que la cuestión era simplemente que la "Cosmopolitan" apesta y que tampoco es cuestión de que las mujeres se autoimpongan el deber de llegar a todo y de hacerlo todo (salvo la que quiera),entonces más razón que un santo.Pero la cita ésa...es del mismo que se las facilita a Razinger.

SisterBoy dijo...

Yo creo que la libertad consiste en darle a alguien la máxima posibilidad de escoger el tipo de vida que desee y no indicarle cual es el tipo de vida que más le conviene.

Anónimo dijo...

yo también encuentro cierto tufillo a trampa en el comentario de Chesterton.Cierto q la sociedad en general (y el Cosmopolitan en particular), mantienen el prototipo de súpermujerprofesionalindependientetiernasensiblecocineramadreamantísssimageishaenlacamacreativa.....(uffff qué cansancio) y que además esté buena. Por supuesto q no hay mayor tortura q esa absurda exigencia o imposición, pero por lo menos podemos elegir (¿o sólo lo creemos y en realidad nuestra voz no pinta nada en todo esto?) , y eso que para nosotras resulta básico no lo era hace treinta años o sigue siendo impensable en algunos lugares del planeta.
Tal vez las intenciones de Chesterton fueran buenas, pero las formas- así, fuera de contexto- no son las mejores.

Cristina Crisol dijo...

Vale... sí, o eso parece, aunque creo que la última palabra la tenemos nosotras, es una evolución lentísima como fue la jornada de 40 horas y demás logros sociales, en fin, que prefiero tener la casa hecha un auténtico desastre, Chesterton...

Francisconixon dijo...

Que Chesterton es un reaccionario por preferir atar a la mujer a un marido que a un jefe, ya lo dije yo el primero, pero el tema no es ése, el tema es la tiranía de la belleza física que soportan las mujeres. Cristina, seguro que no te importa que la casa esté hecha un desastre, pero no sé si saldrías de casa si la que estuvieras hecha un desastre fueras tú, ni si los demás lo psarían por alto a pesar de tener otras cualidades (oye, lo digo como ejemplo, que quede claro que no te estoy prejuzgando ni nada ;).

Anónimo dijo...

Sacar la conclusión de la tiranía de la belleza física a partir de ese párrafo está un poco cogido por los pelos. Más bien se refiere a la necesidad que se nos vende hoy en día de ser perfecta en TODO, lo cual incluye la belleza, la profesionalidad y muchas más cosas. Allá cada cual con los objetivos que desee marcarse y en qué revistas basura gaste su dinero... De todas formas el tan cacareado camino hacia la igualdad me temo que pasa por el extremo contrario: no serán las mujeres quienes se liberen de la tiranía de la belleza, sino que cada vez son más los hombres condenados a ella. Y por otra parte miedo me dan los que, como el autor, pretenden ir de salvadores, que no me defienda nadie, por favor, que ya me apaño yo sola.

Anónimo dijo...

Perdón que me meta ya se que esta discusión podía durar años pero no puedo conteneerrrme. Creo que tenemos más derechos que antes pero no los aprovechamos, la traba más grande para ascender en nuestro trabajo es tener niños y en vez de compartir el permiso de maternidad con el hombre, lo cogemos todo para nosotras...ahí empieza el cuidado de la madre de sus niños a lo largo de sus vidas. También como no, de nuestros padres cuando son mayores e incluso de nuestros suegros.( ojo, hablo de mayorías no de una totalidad)También podríamos enseñar a los chicos a hacer la tareas del hogar...o seducirlos para hacerlo.. quien no lo logre es porqué no lo ha intentado.

Anónimo dijo...

A mí lo que me parece más triste es que la exigencia de la belleza nace de nosotras mismas, porque las mujeres realmente somos malas con las demás mujeres :(

Anónimo dijo...

Buf,que tópico.Yo no soy mala con las demás mujeres,y la mayoría de mujeres que está a mi alrededor tampoco.Ese es el tipo de ideas que se predican en las revistas femeninas,series femeninas... ("Qué malvadas somos y qué listas y retorcidas"...en fin Serafín).
Que se exige más estéticamente a las mujeres (nosotras y ellos) está claro,aunque va cambiando la cosa.

Cristina Crisol dijo...

Totalmente de acuerdo con la esclavitud por la imagen de muchas mujeres. Es una mierda, de las mayúsculas. No sabéis cómo jode ver a tus amigas con una personalidad maravillosa y unos complejos increíbles por ese tipo de absurdo al que se ha llegado. A mí la gente me cae bien o mal y punto... no hay más.
El problema es que a mi, como diabética, esa puta obsesión social por la delgadez me ha beneficiado. Pido coca cola light y sacarina en cualquier bar y la tengo... Lo siento, pero yo he salido beneficiada. De pequeña no tenía absolutamente nada sin azúcar.