Una de las cosas que modestamente se proponía La Costa Brava, y casi la única de la que realmente me siento secretamente orgulloso, es la de haber presentado batalla al pesimismo existencial que domina el discurso narrativo desde la época del Romanticismo. Cada uno con sus armas: Sergio desde un vitalismo a lo vanguardias europeas y yo desde una especie de chestertonismo laico. Y todo ello bajo una estética desarrollista.
Incluso llegamos a publicar una especie de "manifiesto" cutre al respecto en el libreto de Los días más largos. Era nuestra forma de protestar contra la idea, tan extendida, de que la autocompasión es más profunda que la alegría.
Esto lo cuento para que se entienda el efecto que me ha provocado la lectura del "Manifiesto Cuadernista" que aparece publicado en la primera página del Cuaderno de actividades de Blackie Books y que reproduzco debajo.
El texto está copiado del blog Librosfera.
"¡Qué difícil es no caer cuando todo cae!" Antonio Machado
Y sin embargo hay quien resiste de un modo admirable, a la manera antigua y hermosa de los viejos héroes. Gentes que saben que el invierno acaba fracasando de una forma sublime y que siempre termina en primavera. Gentes que nacen cada cientos de años y cuyas pautas hay que aplicar con urgencia. Como Bill Hicks, cómico y leyenda, arrebatado a los 32 años por un cáncer. Diagnosticada su enfermedad, eligió pasar lo que quedaba de sus días junto a sus padres, en su pequeña casa de la América profunda: viendo de cerca la última vuelta del camino, dedicó su tiempo a mostrar a su familia los libros, la música y el cine que adoraba. Les abrió sus inquietudes y compartió sus pasiones. Quería que supiesen quién era. Quería que amasen lo que él amaba. Dejó escritas sus últimas palabras: "Parto con amor, con risa y con verdad, y donde quiera que haya verdad, amor y risa, ahí estaré en espíritu." Este Cuaderno recoge algunas de las cosas que amamos, resume nuestras inquietudes y refleja nuestras pasiones. Aquí están para ser compartidas, porque quizá ni el conocimiento ni la cultura aportan felicidad, pero nos recuerdan que seguimos vivos y que estamos acompañados. La capacidad de jugar, de imaginar, de fundirnos en el humor y de perdernos en la belleza, nos abre nuevos abismos pero también nuevos paraísos. Es lo que nos separa de una armonía animal, primitiva, camuflada de satisfacción existencial.
Cuanto más ignorante es una persona, menos maravilloso le resulta el mundo. Y a pesar de que a veces sintamos que nos golpea un odio cósmico, lo sigue siendo. Como decía Bill Hicks, después de todo "It's just a ride". Den ese paseo con nosotros. Cojámonos de la mano: juntos aprenderemos a fabricar bombas de patatas, uniremos a bellos amantes, buscaremos monstruos entre los colores, leeremos poemas, descubriremos que hay pueblos que se llaman Villapene y ayudaremos a Currupipi a escapar de Ambiciones. Desataremos las fuerzas de la elevación, la elegancia y el entusiasmo. Nadie puede torcerlas, como nadie puede aplacar los volcanes o controlar los maremotos. Reiremos y cantaremos con mente afilada y mirada limpia. Levantaremos nuestra copa y brindaremos como piratas, en honor a la alegría, el conocimiento y la exaltación. Quizá no hayamos elegido el juego, pero desde luego no vamos a perder.