
Pues al final me llevé el premio a la mejor canción, y eso fue en gran parte gracias a la gente que ha votado, así que no puedo por menos que daros las gracias públicamente.
La mayoría de los que estábamos allí somos un tanto alérgicos a este tipo de celebraciones de autobombo. Sin embargo, una vez allí, resulta emocionante que se reconozca el trabajo de la gente y se engorde, aunque sea de forma sumamente modesta, la vanidad de cada uno. Me resulta muy violento el carácter competitivo que tienen los premios, en los que si hay algo peor que ganarlos, es perderlos. Por otra parte es una excusa para hacer una fiesta y que los de 'la profesión', como dicen los del cine, nos veamos un rato.
Resulta ridículo pensar que yo he escrito
la mejor canción del año. Tampoco se puede decir que sean 'Los premios de la música independiente'. Son los premios de la UFI, una asociación de sellos y distribuidoras concretos que no representan a 'toda' la música independiente. Pero bueno, son cosas del marketing. Yo me quedo con el cariño que me mostró la gente y que agradezco enormemente. Y recoger el premio de manos de Diego Manrique también me hizo mucha ilusión, la verdad. Bueno,
y conocer a Micky, claro.
Os dejo un texto que he escrito para una entrevista que me han pedido en
Erasmoos.
"No, nunca estuve de Erasmus, tengo amigos que sí han estado.
La canción surge de un recuerdo que tenía de la época en la que yo estudiaba en la Universidad de Oviedo, (año 92 más o menos). Yo soy de Gijón, y en Oviedo, ciudad con ambiente universitario por tradición, conocí por primera vez el concepto 'bar de Erasmus'. Yo solía parar por los bares de rock de Oviedo, donde la música era de calidad pero sólo había hombres. Enfrente de uno de esos bares había un bar que siempre estaba lleno de chicas rubias bailando bastante pedo, algunas muy guapas, y con muy poca ropa, a pesar de estar en pleno invierno. Pregunté y me dijeron que era 'Un bar de Erasmus'. Parece mentira, pero en la Asturias de aquella época no estábamos acostumbrados a ver a chicas extranjeras desinhibidas, y me sentí como una especie de Alfredo Landa en Torremolinos. Nunca entré en ese bar y nunca entablé conversación con ninguna de ellas.
Esa imagen la tengo asociada
a otra de la película 'Stardust' de Woody Allen, que a su vez es un homenaje a Bergman. Woody Allen viaja en un vagón de tren con una gente horrible. De repente se cruza con otro tren donde dan una fiesta llena de gente guapa, y una chica le mira. Él empieza a gritar y a decir que quiere viajar en el otro vagón. Al final los dos trenes acaban en un basurero."