Hacia una nueva crítica musical.

Elena Cabrera vuelve a plantear en su blog la vieja (e interesante) cuestión de si el arte debe cumplir una función social, incluso utiliza el concepto de "salud social" (no sé si como metáfora o en sentido literal).

Sobre el arte: ¿Qué es el arte? ¿Hay un arte o varios (las artes)? ¿Es un jarrón de cerámica una obra artística? ¿Y un tanque? ¿Y un tanque en un museo? ¿Y la presa de un castor puesta en un museo? ¿Por qué pintan los gatos? ¿Tienen sentido artístico los chimpancés?

Sobre la salud social: Si el arte debe procurar la salud social, ¿es justificable la censura? ¿Qué pasa con el arte que busca la belleza en la inversión de valores? ¿Están los valores estéticos subordinados a los valores morales? Y de ser así, ¿qué sucede cuando los valores morales chocan con los valores éticos? ¿Cuáles deben prevalecer?

Sobre la crítica: Si la crítica de los valores (meramente) estéticos de la obra no son suficientes para justificar su labor, entonces, ¿en qué se diferencia la crítica de arte de la sociología, la historia, la política, la psicología, la economía, etc.? Si quiero hacer crítica literaria del Quijote, ¿debo hablar de los libros de caballerías, de la Batalla de Lepanto, o de la vida en los manicomios españoles del siglo XVI (si los hubiere)?

En resumen: si para hacer crítica no adoptamos el punto de vista estético (puramente convencional, de acuerdo), ¿sigue siendo crítica? ¿No se convierte en otra cosa? A no ser que redefinamos lo que debe ser la crítica en función de nuestras propias premisas. Pero en ese caso, ¿cuál es el problema? Cada uno funcionará con las suyas.