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miércoles, enero 25, 2012
Salamandra y bofetada.
"Cuando yo tenía aproximadamente cinco años, mi padre, que por casualidad estaba en una habitación donde acababan de lavar, y donde ardía un buen fuego de roble, miró entre las llamas y vio un pequeño animal parecido a una lagartija que podía vivir en la parte más caliente de ese lugar. Al punto, dándose cuenta de lo que era, nos hizo llamar a mi hermana y a mí, y después de mostrarnos el animal me dio una bofetada. Yo me puse a llorar, mientras él, calmándome con caricias, me dijo estas palabras: 'Mi querido hijo, no te he pegado porque hayas cometido alguna falta, sino para que recuerdes que ese animalillo que has visto en el fuego es una salamandra; una como nunca se había visto antes, que yo sepa'. Diciendo esto me dio un abrazo y algún dinero".
Vida de Benvenuto Cellini, escrita por él mismo.
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7 comentarios:
Pobre Benvenuto. Se la llevó sin comerlo ni beberlo.
Como método de memorización no creo que sirva, yo me acuerdo de las collejas de mi padre, pero no de lo que hacía yo mientras...
A él sí le sirvió.
En la Edad Media, con la mayoría de la población analfabeta había la costumbre de llevar a los niños a los actos jurídicos importantes (bodas, compraventas, contratos) como testigos, para que luego en caso de litigio, dieran testimonio. Era costumbre mnemotécnica reforzar ese recuerdo con una bofetada.
(Este cometario es en respuesta a este otro, que borré sin querer)
Julio juegos de moto
Interesante historia... pero no tenia que dar la bofeteada..
Cobrar por dinero. Como siempre en aquel tiempo.
Igual la solución a toda esto de la crisis estaría en montar un nuevo sistema legal estructurado en torno a redondas y soberanas bofetadas ¿o qué?
Reivindico el polvo como acto mmemotécnico!
Mylodon: "Si te he visto no me acuerdo..."
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