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miércoles, marzo 12, 2008

El Chéjov ése.


Decía Borges (ya, ya lo sé), que sin duda El Quijote no era la mejor novela del mundo, pero que su autor era de los más queribles del mundo. O como le gustaba decir acerca de Stevenson, tenía encanto, la principal cualidad de un escritor.

Chéjov es el campeón del mundo de los escritores amables. Yo le conocí por culpa de Woody Allen, que gusta de citarlo en sus pelis, y al que ha saqueado bastante.

Voy a caer en un cliché, pero no puedo evitarlo. Chéjov es un escritor para viejunos (crepusculaaaaar...). Sus cuentos y obras de teatro están llenas de gente a la que no le pasa nada, salvo que su proyecto vital ha fracasado. Han fracasado sus ideales. Han fracasado en el amor. Se quedan sin casa y sin dinero. Sin brillo aristocrático. Sin familia. Sin educación. Etc.

Y lo que lo hace tan admirable es que cuenta todas esas cosas sin levantar la voz, de forma sutil y minuciosa, sin emitir juicios, y con una infinita compasión por su personajes. Yo no sé vosotros, pero yo a veces al leer algunas cosas de Dostoievski, de Céline, de Kakfa, de Camus, de Beckett, les digo, "pero tío, ¿yo a ti qué te hecho?" Hace poco me compré un libro de cuentos de Raymond Carver y al tercer cuento lo tiré por la ventana del asco que sentía por él y por sus personajes y sus vidas de mierda.

Por ejemplo, en uno sus cuentos más famosos, si no el que más, "La dama del perrito", cuenta la historia de un adulterio. Mientras otros escritores llenan estas historias de momentos melodramáticos, citas furtivas, discusiones y suicidios, Chéjov nos describe una situación ridículamente convencional, prolongada en el tiempo, en la que al final nos quedamos con la pena de ver a dos personas que se quieren y no pueden estar juntas.

Un cuento que me gusta mucho es el de un médico rural que vive aburrido porque no tiene a nadie con quién hablar. El único momento de felicidad en todo el relato es uno en el que vuelve de caza con un amigo, les pilla una tormenta, y un hacendado les da cobijo. Se mete en una piscina de agua caliente y se siente genial. Luego, de charleta con su amigo y con el dueño de la casa, tomándose un copazo, reflexiona: "joder, hay que hacer algo con la vida, pero no sé el qué".

Es todo muy zen y sin sermones, ya os digo. Es genial.

9 comentarios:

Isaac dijo...

Dios mío... soy ese médico...
La vida en provincias debe ser igual de aburrida en todas partes.
Gracias.

SisterBoy dijo...

Yo le encuentro deprimente aunque me gusta. Tiene un relato llamado El pabellon numero 6 que es la declaración de nihilismo más desoladora que haya leido nunca.

ninive drake dijo...

Que va Isaac, la vida en provincias es apasionante pero desconocida... yo con quien no puedo es con Ibsen,pero estoy en vías de superarlo (espero)...

Isaac dijo...

Ninive, te recuerdo que vivo en provincias...

Jorge Pedro dijo...

ama esto, fran: http://miabuelaesjazzista.blogspot.com/

ninive drake dijo...

jajajajja, Isaac, ya lo sé...

Anónimo dijo...

parece edward norton en una peli de esas de nazis y francotiradores

paul

SisterBoy dijo...

Ninive prueba con "Un enemigo del pueblo"

noventaynueve dijo...

francisconixon no puedo estar de acuerdo con usted en lo que respecta a carver. creo que sus personajes están contados sin condescendencia pero sí con dignidad. no hay ni un gramo de melodrama, ni un reproche o moraleja. son mayores, beben, conducen de madrugada por la periferia, venden los muebles en el jardín delantero, han dejado de quererse. la casa está a oscuras y huele a tabaco y a coñac. y sin embargo cualquier cosa está a punto de pasar todo el rato. también puede probar con richard ford.