Buscar este blog

lunes, febrero 20, 2012

Curiosidad científica



"Existe otro gran antecedente en ese doble éxtasis místico: Menéndez Pelayo. Sus últimas cartas las escribió en un prostíbulo. 

¡En un prostíbulo! Una de las glorias de nuestra ciencia, Don Santiago Ramón y Cajal, también lo era. Me lo contó el propio Cañabate: se instalaron en Madrid unas chicas francesas que hacían el servicio de la felación y tuvieron un éxito impresionante. En una tarde de agosto, Antonio Díaz Cañabate pensó “Voy a probar lo que es eso, porque las españolas no lo hacen“. Debía de estar muy mal visto en el tiempo. Cañabate se metió en el sitio, y le dieron un numerito, el 34. Todos los señores esperando, algo muy violento, diciendo el número y el nombre, como en el mercado. Esta escena está en La Colmena, en la película, porque se lo conté al productor Dibildos. Cuando iban a decir el número de Cañabate notó una mano en el hombro y el propietario de esa mano le dijo “Jovencito, mi tiempo es mucho más valioso que el suyo. Le cambio el número.” Tenía el 55, y era Don Santiago Ramón y Cajal."

Alfonso Ussía entrevistado en Jot Down Magazine.

1 comentario:

Isaac dijo...

En Doña Beija también salía un científico que iba a esa casa de lujo a "estudiar" a la señora. El caso es que luego definía siete leyes; entre ellas, el "gineceo tembloroso" o algo así; recuerdo lo de gineceo, no tanto lo de tembloroso.