"La ilimitación de la acción no es más que la otra cara de su enorme capacidad para establecer relaciones, es decir, su específica productividad; por ese motivo la antigua virtud de la moderación, de mantenerse dentro de unos límites, es una de las virtudes políticas por excelencia, como la tentación política por excelencia es la hubris (como los griegos, de gran experiencia en las potencialidades de la acción, sabían muy bien) y no la voluntad de poder, como nos inclinamos a creer."
Hannah Arendt. "La condición humana".
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