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jueves, junio 05, 2008

Cuento.

Os dejo un cuento que me ha mandado Algora. Está a punto de publicar una novela y ya casi ha terminado otro libro de relatos.


El vanguardista


Entro al estudio donde intento pintar una nueva obra y no hago más que darle vueltas a la cabeza. La misma cantinela todos los días dándome la brasa. Estás agotado, estás vacío, no hay nada que plasmar ya. ¿Acaso hay algo en el mundo que merezca la pena ser pintado? Me asomo al balcón para mirar la calle. Enciendo un cigarrillo y mientras aspiro el humo veo lo mismo de ayer.
El jardín de la casa de enfrente con su manzano ofreciendo sus frutos a mayo. Sobre la hierba primaveral, casi crin, del parque, jóvenes manchados de hollín con collares de muelas. La taberna de la esquina con sus náufragos entrando y saliendo. Las fosas aplanadas a palazos la noche anterior. El caballo blanco de Santiago paseando solo por la calle entre los coches. Un reloj a cuerda que alguien ha tirado contra el suelo y que sigue funcionando, ahora con más fuerza en su tic tac. ¿O es el sonido de los cascos del caballo blanco de Santiago al chocar contra el suelo? Por mera cuestión de trámite, el sol saliendo por Antequera y la luna siempre en Valencia. Mi amigo ensangrentado llamando al portero automático a las dos y cuarto. No te puedo abrir, llama en otro timbre. Tom Jones en la televisión muy viejo, sin dientes, pidiendo algo para alguien. No te lo puedo dar, prueba en otra casa a través de otro canal.
Mi lienzo blanco. Un abismo innecesario que yo mismo me pongo para joderme la vida. No hay nada que pintar. Mi última y celebrada abstracción , Reflejo ulterior en dos tonos, intentó retratar mi soledad aplicando a la mezcla de rojos una teoría cartesiana de distribución de espacios. Recibí el premio Isabel de Portugal de artes plásticas por ese trabajo. ¿Pero que queda después de representar la soledad a través del cartesianismo pictórico? Nada.
Miro el lienzo blanco. Espera una próxima reencarnación a través de mi paleta y yo estoy vacío. No tengo nada. Por más que busque en mi interior. ¿Qué se puede pintar en un mundo monótono y carente de la ilusión que emana de la vida? Salgo de nuevo al balcón. Enciendo otro cigarrillo.
En el jardín de la casa de enfrente bajo el manzano está mi amigo ensangrentado, al parecer la hija de los habitantes de la casa le ha abierto la puerta y le está vendando la cabeza a la sombra del frutal. Quizás tema entrarlo al interior. Los jóvenes con hollín y collares de muelas vagan por el parque; otros más insolentes, como pastores tristes, dan tumbos por mi calle. Los náufragos se esconden del caballo blanco de Santiago y miran, cuando el animal, furioso, se sube a los techos de los automóviles, los listados de admitidos en la puerta de la taberna. Está siempre como anocheciendo o amaneciendo. Un nuevo coleccionable ofrece, piedra a piedra, la muralla china en fascículos. Penélope Cruz con la cara llena de cardenales lo anuncia en mi televisor, no lo hace bien y le meten una hostia. Prueba en otra casa, le digo. Me vuelvo desde el balcón inhalando el suave perfume de mis geranios y miro el lienzo en blanco.
¿Y un perfecto semicírculo negro de tamaño inferior a una micra de milímetro? Sería un hermoso estudio pictórico por la condición del silencio y su representación en un lenguaje no verbal. Pero creo que Candialev, el extorsionista dual ruso, ya hizo algo parecido. Cojo un vaso ancho, saco hielo de la nevera y me pongo un vodka. Por Candialev, brindo.

2 comentarios:

Guaje Merucu dijo...

Genial Algora como siempre

Isaac dijo...

Pues yo leí el cuento cuando lo colgaste y me gustó, pero estos días me han vuelto imágenes de él a la cabeza. Me gusta el placer de efecto retardado.